El sandbox, una prioridad absoluta para el próximo ministro

Artículo de opinión por Rodrigo García de la Cruz y Jaime Bofill Mientras esperamos a la conformación del nuevo gobierno o a una repetición electoral en noviembre, nuestro país está perdiendo una oportunidad de situarse como una referencia a nivel internacional en el ecosistema Fintech e insurtech, como el primer país de habla hispana que…

13 de September de 2019 by Redacción AEFI

Artículo de opinión por Rodrigo García de la Cruz y Jaime Bofill

Mientras esperamos a la conformación del nuevo gobierno o a una repetición electoral en noviembre, nuestro país está perdiendo una oportunidad de situarse como una referencia a nivel internacional en el ecosistema Fintech e insurtech, como el primer país de habla hispana que pone en marcha un Sandbox que sirva como paraguas bajo el que desarrollar proyectos financieros innovadores y ambiciosos y como puente de colaboración en el ámbito de la innovación entre Europa y Latinoamérica.

Recordemos que el Sandbox, del que tanto se ha escrito a lo largo de los últimos meses, supone nada más y nada menos que un espacio de pruebas controlado y no desregulado que identificará una serie de proyectos innovadores, que sirvan para mejorar la prestación de servicios financieros, con unos protocolos de supervisión que conocerán todas las partes. Este espacio funcionará a través de una serie de convocatorias periódicas donde se podrán presentar los diferentes proyectos que aspiran a participar en el mismo. El Sandbox está diseñado para crear condiciones seguras en las que puedan probarse innovaciones tecnológicas con máximas garantías para todos los participantes en el proceso, especialmente para el cliente final.

Lo cierto es que España tomó la delantera con la aprobación en el Consejo de Ministros del pasado 22 de febrero del anteproyecto de ley que recoge la creación del Sandbox, pero el proyecto, al tener que ser tramitado en el Congreso, ha quedado parcialmente paralizado a la espera de la formación del nuevo gobierno. De momento, ya hay cerca de una treinta de países en los que se ha desarrollado este espacio, entre los que destaca el Reino Unido y diferentes países asiáticos como Hong Kong o Singapur.

Precisamente, Reino Unido ha acaparado la mitad de la inversión Fintech en Europa a lo largo de la primera mitad de 2019, pese al tortuoso proceso del brexit, frente al 35% de Alemania, aunque no sea un país excesivamente potente en el sector financiero. Sin embargo, España solo concentra el 2% de la inversión, lo que pone de manifiesto la necesidad de incrementar el capital para que el ecosistema de la innovación financiera siga creciendo en nuestro país. Ya hemos perdido oportunidades que no volverán, pero no podemos dejar pasar el tren de la innovación que puede reportar atractivos beneficios a la economía española en un entorno global que se presenta complejo de cara a los próximos años.

De momento, una puesta en marcha inmediata del Sandbox permitiría generar 5.000 empleos más en los próximos dos años y atraería 1.000 millones adicionales de inversión, al configurarse como el espacio perfecto para generar nuevas iniciativas que aceleren la transformación de la innovación financiera, animar una mayor competencia, que se reduzcan las barreras de acceso y que se agilicen los procesos. Parte del trabajo está ya hecho, pese a los retrasos ante la parálisis institucional, el proyecto del Sandbox español es uno de los más ambiciosos y completos del mundo y cuenta como factor diferencial con la posibilidad de dar entrada a compañías reguladas y no reguladas, por su doble actividad de exención y no sujeción. La modalidad de exención permite un periodo de pruebas para proyectos que necesiten alcanzar los requisitos para obtener licencias, mientras que la modalidad de no sujeción está enfocada para que actividades no expresamente reguladas hasta la fecha (por ejemplo, ICOs, neobanks, intermediación de criptomonedas) empiecen a probar sus productos en un espacio de pruebas controlado.

Pero el Sandbox es mucho más y también supone una oportunidad para acercar a las nuevas startups y a las grandes entidades financieras, que en España sí cuentan con un peso específico importante en la economía. De nuevo, el ejemplo del Reino Unido supone una guía en la que fijarse puesto que, bajo el Sandbox británico, se han desarrollado proyectos con la participación de grandes entidades como Barclays o HSBC. Algunas estimaciones calculan que las compañías presentes en el Sandbox han logrado rondas de financiación muy por encima de lo habitual en estos proyectos, con una media de 6 millones de libras.

El Sandbox es un proyecto esencial para aumentar y mejorar la competencia y, a la vez, para actualizar la regulación existente en lo relativo a la creación de empresas innovadoras en el sector financiero y la protección de clientes, aunque la regulación necesaria obliga a que todos esos proyectos presentados no comprometan la seguridad de los usuarios.

El trabajo que se ha hecho hasta ahora, para poner a España como referencia en innovación financiera y de seguros a nivel mundial, es digno de alabar sobre todo por parte del regulador junto con los tres supervisores españoles (BdE, CNMV y DGSFP). Todos los actores implicados están plenamente concienciados sobre la importancia de desarrollar esta iniciativa y han reconocido que debemos aprovechar las oportunidades que nos da la transformación digital para fortalecer el sector financiero, proteger al cliente y minimizar los riesgos a los que se enfrentan los nuevos actores del universo Fintech. Además, el consenso político en este ámbito es total por lo que, una vez que se conforme el nuevo gobierno, en septiembre o en el mes de enero del año que viene, es preciso que ese nuevo ejecutivo muestre su voluntad y sea consciente de la importancia de dar prioridad absoluta a la aprobación del Sandbox. Estamos a tiempo, pero no podemos perder mucho más.

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